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Muchos crecimos acompañando a nuestras madres viendo telenovelas. Algunos otros crecieron viviendo de cerca los romances de los shows o influencers. De alguna u otra forma, además de los modelos cercanos, crecimos teniendo una idea de cómo se vive el amor. Sin embargo, esto no necesariamente significó un modelo funcional o saludable de las relaciones de pareja. Más aún, vivir conflictos entre ellos para luego terminar juntos otra vez ha significado un triunfo del amor y no un apego tóxico.  

Lamentablemente muchos de los modelos de pareja reflejan disfuncionalidades donde podemos apreciar lo siguiente:

Simbiosis de pareja

Es común ver a la pareja todo el tiempo juntos, incluso en actividades que antes realizaban solos o con amigos, asumiendo que cuando se está en pareja “se comparte todo” los gustos por la música, las comidas, los intereses, momentos en familia, el trabajo, etc.  Lo que no está mal, pero si se espera que siempre sea así, no estaremos frente a una situación real. Si normalizamos ver a la pareja junta a todos lados estamos olvidando que tener individualidad no es algo malo si no normal.

Dependencia y control

Es frecuente ver a uno de los miembros ejerciendo cierta dominancia y control en la relación,  llegando a limitar los espacios de quien por su parte acepta todas las propuestas, intereses y expectativas del otro asumiendo que es lo correcto para mantener el interés y el amor normalizando  este estilo de relación de dependencia, control y sometimiento.

Idealización

Se pretende que la pareja sea tal y como  se soñó, que provea de felicidad, permanencia sobre todo y ante todo. Si es varón que cuide, proteja, provea, sea fuerte y tierno a la vez, inteligente, trabajador, comprensivo, detallista y que se juegue el todo por el todo por su pareja. Si es mujer, que sea bella, delicada, amorosa, engreidora, inteligente, tierna, sexi, trabajadora, buena madre, comprensiva y esté siempre dispuesta. Cuando las expectativas son tan grandes, la desilusión será igual de enorme.

Resentimiento y venganza

Es posible que después de un periodo de sometimiento o tras haber pasado una desilución se produzcan respuestas de mucho enojo o cargadas de resentimiento que llevan a la persona que en su momento fue afectada, a dirigir su conducta en contra del otro olvidándose del verdadero sentido de su propia vida, es decir, elige seguir anclado (a) a la persona que identifica como su agresor o agresora en lugar de tomar el rumbo de su vida hacia su bienestar, “aprovechando cada oportunidad” para dejar mal al otro.

Vivir en el pasado

Se observa cuando la pareja vive un episodio de infidelidad o deslealtad que dañó la relación y que a pesar de ello intenta seguir unida, sin embargo, determinadas situaciones activan el recuerdo de lo vivido y lejos de intentar sobrellevarlo juntos, se produce el reproche, la culpabilización y el intento de castigo, circunstancias que terminan por destruir el vínculo afectivo. Esta situación trae consigo el reproche y la culpa por lo que supuestamente se debió dejar atrás, de esta forma se vive en el presente diario, lo que hace que resulte casi imposible avanzar y perdonar de verdad.

Evitación al dolor

Con la intención de no pasar por sufrimiento, se calla, se acepta o se busca un reemplazo de  pareja de inmediato para no atravesar el proceso de duelo inminente, lo que en realidad significa guardar el sufrimiento mayor para más adelante. No es real una vida o una relación en la que no haya sufrimiento, el sufrimiento es parte de la vida, pero tampoco puede llevarnos a pensar que amar es sufrir.

Necesidad  y búsqueda de aprobación

Terminada la relación cuando ya no hubo forma de sostenerla, se muestra una aparente tranquilidad y una inmediata búsqueda de “apoyo” del entorno, lo que no estaría mal si en esa búsqueda se pretende culpar al otro o dejarlo mal dando detalles de lo que se vivió en la intimidad de la relación. A todo esto se suman frases como : “el amor lo puede todo”, “Si me ama de verdad debe perdonarme”, “ nunca le voy a perdonar”, “ se va arrepentir de haberme hecho eso” “ no puedo vivir sin su amor” y un sin fin de frases que son expresiones del dolor y de la forma inadecuada de cómo percibimos lo que es el amor de verdad.

El amor no debe tener autosacrificio, negación, maltrato, sometimiento, invalidación, deslealtad o sufrimiento constante para mantenerlo. Por estas razones es importante analizar qué es lo que para cada uno de nosotros significa el amor, el amor funcional o saludable puede con todo lo relacionado con: respeto, comprensión, empatía, reconocimiento, aceptación, esfuerzo, confianza, admiración, validación entre otras fortalezas, pero decir que “el amor lo puede todo” en realidad es una expresión que no se ajusta a la realidad por más bonita que suene, no se puede llamar amor a la relación en la que uno o los dos miembros son lastimados con frecuencia.

Si identificas algunas características descritas líneas arriba, es momento de detenerse  a pensar que es lo que verdaderamente deseamos en la vida y si lo que estamos viviendo es parte de ese camino. Nuestra vida no tiene por qué ser una novela. Es normal tener miedo, no obstante vivir los afectos de forma saludable es una oportunidad que todos merecemos. 

Psic. Sarela Quiroz
Psicoterapeuta
Máster en Terapias de Tercera Generación.
Directora General del Centro Yo Puedo
991 988772 / 965 703600