Durante la pandemia a causa del COVID 19 hemos reflexionado mucho sobre ciertas situaciones y adversidades en las que nos vimos involucrados, siendo una de ellas la poca efectividad de las clases virtuales, condición que además iba en contra de la naturaleza en el desarrollo de los más pequeños. A pesar de las adaptaciones y del esfuerzo de los maestros, solo para algunos, las clases presenciales resultaron mejor. Desde este 1ro de marzo, tanto educadores como estudiantes volverán a las aulas bajo un decreto del gobierno, lo que llevará a muchos niños y jóvenes a aquella rutina que hace 2 años formaba parte de la rutina de todo estudiante y docente.
El retorno a la escuela no solo permite retomar mejores formas de aprendizaje, tener un mayor conocimiento de matemáticas, historia, ciencias entre otras materias. También contribuye al desarrollo de hábitos adecuados de estudio, y la disminución de las posibilidades de los ya conocidos plagios virtuales, estrategias que muchos menores aprendieron y modernizaron frente a esta pandemia. A nivel personal, para algunos, al poder llevar las clases en un entorno preparado para ello, permitirá la disminución de variables familiares, lo que a su vez podría contribuir a la estabilidad emocional e interacción social, siendo necesaria para el desarrollo óptimo de nuestros estudiantes. A pocos días del regreso a clases se aprecia cierta tensión o ansiedad tanto en padres como en estudiantes, por lo que podemos contribuir para la disminución de la tensión emocional que permitirá tener un mejor control emocional. Toma en cuenta las siguientes recomendaciones para ayudar a tu hijo a un retorno a clases óptimo:
1- Poner atención a sus comportamientos: Podemos identificar cambios en el comportamiento de nuestros hijos: reacciones diferentes, malestares o sentimientos de inquietud, ya que enfrentarse a la “nueva normalidad” puede generar reacciones y deben ser los padres el primer apoyo para proveer de contención emocional.
2- Conectar con sus emociones y sentimientos: Es importante validar y aceptar lo que los pequeños y jóvenes sienten, estando presentes y atentos a sus necesidades y deseos. Para empatizar con ellos es necesario ayudarlos a reconocer sus emociones, poniendo palabras a sus comportamientos, dando así un sentido de seguridad y confianza.
3- Acompañar y apoyar a los niños: Acompañarlos significa estar presente para ellos en todo momento, aun cuando estén en diferentes lugares. Para lograrlo es importante ser pacientes, escuchar, esos abrazos y sonrisas que tanto bien pueden hacer a los más pequeños. También, ser creativos y encontrar algunas estrategias simbólicas como el llevar una pulsera que le recuerde a mamá o papá.
Es comprensible que como padres queramos resolver los problemas o ciertas dificultades que involucren a nuestros hijos, sin embargo, no podemos ponerlos en una burbuja para protegerlos. Es posible que en diferentes ocasiones necesitemos un apoyo para entender el comportamiento de nuestros hijos y cómo intervenir. Por ello, si sabemos que algo escapa de nuestro control es importante que podamos pedir ayuda al profesional indicado.
Psic. Ana Dextre
Psicología Integral Yo Puedo
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