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La generosidad, especialmente durante las festividades, tiene un poder transformador para quienes reciben y para quienes dan. Al dar un regalo, sea un objeto, un gesto o un tiempo compartido, experimentamos una sensación de satisfacción que parece ir más allá del simple acto material. Y estamos en lo correcto. Este proceso es mucho más profundo de lo que se puede ver a simple vista, ya que revela una compleja interacción de emociones, motivaciones y factores sociales.

La ciencia detrás del placer de dar 

Regalar no solo beneficia al receptor, sino también al que entrega el obsequio. Específicamente, el acto de generosidad puede desencadenar la liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado con la recompensa y el bienestar. Esta sensación de gratificación refuerza la conducta altruista, creando un ciclo positivo en el que regalar se convierte en una fuente de satisfacción tanto para quien da como para quien recibe.

Además de la dopamina, la oxitocina, conocida como la «hormona del amor», también juega un papel crucial en el fortalecimiento de los vínculos sociales, la confianza y el afecto. Cuando regalamos, especialmente a personas cercanas o queridas, nuestro cerebro libera oxitocina, lo que refuerza el sentimiento de conexión emocional y nos motiva a seguir promoviendo relaciones saludables y satisfactorias.

El motor de la generosidad: La empatía

Un componente central de la psicología de la generosidad es la empatía: la capacidad de ponerse en el lugar del otro y compartir sus sentimientos. Cuando somos empáticos, entendemos las necesidades, deseos y emociones de los demás, lo que nos impulsa a querer hacer algo bueno por ellos.

En las festividades, como la Navidad, la empatía es más intensa, ya que nos invita a reflexionar sobre nuestras relaciones y a mostrar cariño hacia los demás. Es por ello que el acto de regalar se convierte en una forma de fortalecer los lazos sociales. Regalar algo a alguien, ya sea un objeto, una experiencia o un simple gesto, sirve como un medio para expresar afecto, reconocimiento y gratitud hacia sus seres queridos.

El sentimiento de bienestar: Un reflejo de la conexión social

La generosidad tiene un efecto positivo no solo en nosotros mismos, sino también en el grupo social en el que participamos. Al compartir, nos sentimos parte de una comunidad, lo que nos conecta con los demás en un nivel más profundo.

Desde una perspectiva evolutiva, la generosidad y el acto de dar también desempeñan un papel crucial en la creación de redes de apoyo social. Ayudar a otros fortalece los lazos de amistad y cooperación, lo que incrementa la probabilidad de que recibamos apoyo en momentos de necesidad. Este intercambio continuo no solo mejora nuestra salud emocional, sino que también refuerza la cohesión social en general.

¿Por qué nos sentimos más generosos en esta época del año?

Las motivaciones para regalar durante las festividades están relacionadas principalmente con la cultura, pero también con factores emocionales y psicológicos que se intensifican durante este período. La época navideña, en particular, es un momento de reflexión, de conexión con los demás y de creación de memorias. Además, las festividades nos ofrecen una oportunidad única de reconectar con nuestras emociones y relaciones. La generosidad se vuelve una forma de reafirmar el valor de esas conexiones humanas, que a pesar de las dificultades, siempre podemos contribuir al bienestar de los demás. Al final, lo que realmente importa no es el objeto regalado, sino el vínculo emocional que se crea y la alegría compartida entre nosotros.


Psic. Andrea González
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