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¿Cómo comprendemos el bullying? 

Después del regreso a clases presenciales tras la pandemia, los casos de bullying en las escuelas aumentaron considerablemente. Solo en el año 2022, se reportaron casi quince veces más denuncias de acoso escolar que en 2021, según el portal oficial SíseVe. Este incremento no solo evidencia una realidad preocupante, sino que también refleja los desafíos que enfrentan muchas instituciones educativas para prevenir y manejar estas situaciones. A ello se suma que menos de la mitad del personal docente se siente preparado para intervenir frente a casos de acoso, lo que resalta la necesidad de un enfoque integral que incluya a las familias.

El fenómeno del bullying se define clásicamente como las conductas destinadas a agredir directa o indirectamente a una persona, como un medio para demostrar poder.

¿Cómo se presentan las emociones sociales en situaciones de bullying?

Culpa

Las emociones sociales tienen un rol importante en problemáticas como el bullying, ya que muchas de las acciones en estos casos es motivada por emociones como la culpa y la vergüenza.

Según diversos estudios, la culpa puede frenar conductas agresivas hacia otras personas. Por ejemplo, los testigos que son capaces de intervenir en situaciones de bullying son comúnmente impulsados por la culpa y la empatía. De modo que existe un factor de control que impulsa a las personas a actuar para enmendar la situación y corregir su propia conducta.

Asimismo, los perpetradores evidencian poca culpa, por lo cual las reacciones agresivas son mucho más difíciles de contener. Además, el sentido de responsabilidad sobre las propias acciones es menor en ellos, debido a que presentan más creencias que les permiten justificar sus acciones al punto de creer que son correctas, lo que les impide sentir culpa 

Vergüenza 

La vergüenza se manifiesta mediante experiencias diversas. Por un lado, para las víctimas la vergüenza por sufrir acoso puede llevar a la percepción negativa de uno mismo, reduciendo la autoestima y llevando a creer a la persona que se merece lo que le pasa Por otra parte, en la adolescencia, la pertenencia de los grupos es importante, por lo que ser rechazado por el grupo social podría causar vergüenza, llevando a la persona a ocultar su experiencia de acoso y sus emociones asociadas, lo que dificultaría la búsqueda de apoyo. Estos sentimientos de vergüenza se relacionan con la ideación suicida y las autolesiones no suicidas, lo que podría advertirnos sobre una crucial implicancia del acoso en esta.

Por todo lo mencionado, se considera relevante educar a los adolescentes e infantes a manejar la vergüenza mediante el desarrollo de habilidades emocionales y entrenarlos en su regulación emocional mediante estrategias de atención plena, reduciendo así el impacto de la victimización y el ciclo victimización-vergüenza.

Psic. Daniel Muñoz

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