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En la última década, la investigación científica ha mostrado un creciente interés en el estudio del microbioma humano y su influencia sobre el cerebro y el comportamiento. Esta interacción, conocida como el eje microbiota-intestino-cerebro, sostiene que los microorganismos intestinales se comunican con el sistema nervioso central mediante vías neurales, endocrinas, inmunológicas y metabólicas. Si bien inicialmente la investigación se centró en modelos animales, estudios recientes en humanos han comenzado a demostrar cómo las alteraciones en la microbiota intestinal pueden estar relacionadas con trastornos del ánimo, ansiedad y depresión, e incluso con la calidad de vida (Clapp et al., 2017; Valles-Colomer et al., 2019).

Neuroactividad bacteriana y salud mental

Valles-Colomer et al. (2019) realizaron el estudio más amplio hasta la fecha sobre la relación entre microbiota y bienestar psicológico, analizando más de dos mil participantes en Europa. Los resultados mostraron que ciertos géneros bacterianos, especialmente Faecalibacterium y Coprococcus, se asociaron con mejor calidad de vida y menores síntomas depresivos. Estas bacterias son productoras de butirato, un ácido graso de cadena corta con propiedades antiinflamatorias y protectoras de la barrera intestinal. Por el contrario, la reducción de Coprococcus y Dialister se observó consistentemente en personas con depresión.

Por su parte, Clapp et al. (2017) explican que un desequilibrio microbiano o disbiosis intestinal puede desencadenar inflamación sistémica y activar el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA), elevando los niveles de cortisol y citocinas proinflamatorias como TNF-α e IL-6. Dichos procesos se han vinculado con síntomas de ansiedad y depresión. En contraste, el consumo de probióticos (particularmente cepas de Lactobacillus y Bifidobacterium) puede restaurar la homeostasis intestinal y reducir las respuestas inflamatorias, ejerciendo efectos ansiolíticos y antidepresivos comparables a los de algunos fármacos psicotrópicos.

Implicaciones evolutivas y terapéuticas

Si bien algunos autores han sugerido que los microorganismos podrían “manipular” el comportamiento del huésped para su propio beneficio, Johnson y Foster (2018) proponen que los efectos del microbioma sobre la conducta emergen de una co-evolución en la que ambas partes se necesitan. Dado que los humanos han desarrollado dependencia fisiológica de sus bacterias para funciones como la regulación inmune y la síntesis de neuromoduladores.

Esto último no es necesariamente negativo, sino que desde una perspectiva clínica, esta co-dependencia abre nuevas posibilidades terapéuticas. Los hallazgos de Valles-Colomer et al. (2019) respaldan el desarrollo de psicobióticos, microorganismos que, al ser ingeridos, podrían mejorar el bienestar mental mediante la producción de compuestos neuroactivos o la modulación de la inflamación. Clapp et al. (2017) destacan que la administración de probióticos puede normalizar los niveles de cortisol y favorecer la neuroplasticidad, lo que sugiere un potencial uso complementario en los tratamientos para la depresión resistente. No obstante, los autores coinciden en que aún falta evidencia causal y estudios longitudinales en humanos que determinen los mecanismos precisos del eje microbiota-cerebro.

En conjunto, estos estudios evidencian que el microbioma intestinal desempeña un papel crucial en la regulación del estado de ánimo, la cognición y la calidad de vida. Las bacterias intestinales no solo contribuyen a procesos digestivos, sino que también actúan como moduladores neuroquímicos capaces de influir en la fisiología cerebral. En ese sentido, esta relación bidireccional permitirá desarrollar enfoques más integrales para la salud mental, donde la nutrición, la microbiota y la psicología se integren en un mismo marco biopsicosocial.

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Daniel A. Muñoz Yepez
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Referencias

Clapp, M., Aurora, N., Herrera, L., Bhatia, M., Wilen, E., & Wakefield, S. (2017). Gut microbiota’s effect on mental health: The gut-brain axis. Clinics and Practice, 7(1), 987. https://doi.org/10.4081/cp.2017.987

Johnson, K. V.-A., & Foster, K. R. (2018). Why does the microbiome affect behaviour? Nature Reviews Microbiology, 16(10), 647–655. https://doi.org/10.1038/s41579-018-0014-3

Valles-Colomer, M., Falony, G., Darzi, Y., Tigchelaar, E. F., Wang, J., Tito, R. Y., … & Raes, J. (2019). The neuroactive potential of the human gut microbiota in quality of life and depression. Nature Microbiology, 4(4), 623–632. https://doi.org/10.1038/s41564-018-0337-x