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Ya pasamos varios meses y estamos a puertas de cumplir un año de aislamiento social, nos cambió la vida una pandemia que trajo consigo la responsabilidad de cuidarnos y cuidar de nuestra familia. Los más pequeños, han sido uno de los más perjudicados debido a la limitante en su necesidad de exploración, de desarrollo social, psicomotriz, entre otros, para ello, los padres tuvieron que ser creativos en hacer algunas rutinas de ejercicios en casa, inventar algunos juegos, etc., sin embargo, aún a pesar de los esfuerzos,  todavía escuchamos a nuestros hijos muchas veces decir “¡estoy aburrido!” frase muy conocida por muchos padres que llegan a consulta, contrario a lo que se cree, esto es más sonado en los niños más grandes entre 8 hasta algunos pocos de 14 años o más, es ahí donde cabe hacernos la pregunta: ¿es realmente esto producto de la pandemia?, pues probablemente no, quizá estamos frente al resultado de un estilo de crianza proteccionista muy cercano a la sobre protección, que nos llevó a asumir que nuestros hijos deben estar siempre felices y divertirse  horrores cuando no están estudiando, y que eso depende de nosotros los padres o adultos de la casa. Algunos incluso asumen que si no viajan, salen a pasear, compran algún juego o matriculan en algún taller, el niño se va a “aburrir” como si esa condición e aburrimiento fuera tan terrible. Lo peor de todo es que muchas veces a pesar de hacer todo lo descrito, el niño se sigue aburriendo y es posible entrar en desesperación de no saber que hacer.

Causas del aburrimiento de tu hijo

1- Espera que la solución a los problemas vengan de parte de los demás. (padres, nana, profesores, etc.).

2- Existe una actitud pasiva inactiva  para hacerse cargo de las situaciones que se puedan presentar.

3- El niño interiorizó que los adultos deben hacerse cargo de él en su totalidad, incluyendo la diversión o malos momentos, por lo tanto, no sabe cómo hacerse cargo de sí mismo.

4- El niño piensa que se merece todo tipo de atenciones y no es posible que él se aburra o tenga que hacer algo que no le agrade, como las tareas escolares por ejemplo.

¿Te das cuenta que en realidad no se trata del niño, si no de los mensajes que le transmitimos sobre cómo enfrentarse a la vida?

¿Qué debemos hacer?

1- Fomentar el pensamiento creativo desde muy pequeños, es decir, proporcionar materiales diversos de manera que podamos crear algún juguete de una caja de cartón y convertir una botella en una torre quizá, una bolsa en una cascada, etc.

2- Realizar una observación respetuosa y cuidadosa de las intensiones de juego del niño sin imponer nuestras inquietudes o intereses.

3- Permitir que el niño busque formas de solucionar pequeños problemas cotidianos en lugar de asumirlo y cortar la capacidad de afrontamiento del niño.

4- Cuando existan dificultades con otros niños o situaciones cotidianas, demos la posibilidad que él plantee soluciones sin juzgarlo hasta llegar a una alternativa viable sin descalificar sus propuestas.

5- Reforzar cada iniciativa de afronte, reconocer el esfuerzo y/o felicitar el logro.

Si tu hijo te dice que está aburrido:

1- Invítalo a que busque algo que le pueda agradar, dentro de los límites permitidos.

2- Proporciona alternativas como libros, talleres, juegos o materiales que el mismo niño debe seleccionar.

3- Invita a tu hijo a elaborar una agenda que le permita organizar las actividades propuestas por él.

4- Al inicio de clases, deja que él se haga cargo del cumplimiento de sus responsabilidades y organice actividades de su agrado para los fines de semana.

Quizá debas dejar que tu hijo se aburra y que busque alternativas para sobre llevar mejor el tiempo o actividad que esté haciendo con el fin que aprenda desde ya, a asumir que la vida no es solo diversión y juego e igual puede pasarla bien.


Lic. Sarela Quiroz
Psicoterapeuta
Yo Puedo psicología Integral.
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