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Estamos a inicios de la tercera ola, a 2 años de la aparición del Covid 19 y no solo no terminamos de conocerlo, si no que no terminamos de conocernos a nosotros mismos. Parece mentira ver en la calle a tantas personas sin cuidado alguno, que no solo llevan las mascarillas en el cuello, sorprendentemente muchos ni siquiera llevan mascarillas, y hablamos de gente de diferentes edades de diferentes partes  la capital. Considerando las condiciones sanitarias de nuestro país, aún no podríamos darnos esos lujos.  Cabe entonces ponernos analizar ¿qué está pasando?, algunas personas perdieron el miedo y otras nunca lo tuvieron o es que simplemente estuvieron acostumbradas a mantener conductas de riesgo, ir a lugares peligrosos, tener amistades de riesgo, realizar practicas de actividades que ponen el peligro la integridad (drogas, promiscuidad,  alcoholismo, etc.) o quizá no protegerse lo suficiente a nivel general, quizá el Covid 19, solo nos muestra una parte que hace evidente el interés por el bienestar personal, y obviamente la falta de interés y empatía por los demás.

Existen muchos comportamientos autodestructivos que van en contra de el propio bienestar y que además está conducido desde nuestra propia voluntad, desde la capacidad de decidir, o quizá desde la incapacidad de decidir a favor de nuestra salud física y/o emocional.

Existen varios comportamientos autodestructivos que incluso llegamos a normalizar y pasan desapercibidos, presta atención a  algunos de ellos:

Alimentación inadecuada, excesos o limitaciones más allá de lo económico. El abuso de  azúcares, grasas, harinas, etc.  Dietas sin prescripción, ayunos en búsqueda del peso ideal, etc. Son sin duda una manera de dañarnos bajo conciencia y voluntad.

Sexo sin protección ni control, exponiéndose no solo a las conocidas ITS, SIDA, y embarazos no deseados que dan lugar a niños que crecerán en hogares disfuncionales, si llegan a nacer.

Abortos indiscriminados, que van unidos a una vida sexual sin responsabilidad. Poniendo en riesgo la vida también de la gestante.

Dependencia emocional, que puede dar lugar a relaciones de pareja disfuncionales, donde a pesar de la conciencia del daño, no hay capacidad para alejarse y cortar el vínculo insano.

El consumo de drogas, tabaco y/o alcohol, que suele sustentarse con un “no pasa nada”, en muchos casos, puede iniciar con esta frase, y claro, el abuso sin duda es una situación de la que muchos conocemos la consecuencia. La respuesta del cuerpo ante estas drogas sociales o no, son reacciones de pérdida de equilibrio o estabilidad biológica del organismo, y curiosamente son esas reacciones las que se buscan.

Negativismo y autocrítica, es una de las maneras más comunes de anularse donde se hace énfasis en las debilidades y se omiten las fortalezas. Interiorizando una imagen no solo negativa, si no carente de valor, no merecedora de cuidados y/o atenciones.

Sin lugar a dudas a excepción de las drogas y otras sustancias, no estamos mencionando trastornos específicos  de la personalidad donde la autoagresión es parte de la sintomatología, estamos hablando de comportamientos frecuentes que muchos vemos o hemos visto en nuestro entorno, todos por variadas causas, pero con similares reacciones, no es de sorprender en consecuencia el escenario actual que vivimos.

El interés del presente artículo es tomar conciencia de lo que vivimos para poder tomar acción en nuestras vidas, tener un control consciente, basado en el instinto de autocuidado y preservación, ese instinto que nos lleva a un comportamiento más saludable en el que queramos y podamos cuidar de nosotros y de los nuestros. Nadie se hará cargo de nosotros si cada uno no hace cargo de sí mismos, no podemos culpar al gobiernos, a nuestros padres, a la vida, etc.  De nuestro bienestar somos responsables cada uno de nosotros, asumirlo es el gran reto, un reto que de ser alcanzado nos permitirá una vida y una sociedad mejor.

Lic. Sarela Quiroz
Psicóloga Psicoterapeuta
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