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Por mucho tiempo pensamos que vivir en armonía era escuchar a la otra persona y considerar sus necesidades, lo que es cierto, no obstante, ¿en qué punto esta empatía hacia el otro se puede convertir en la postergación de nuestros propios intereses y necesidades?. Es importante darnos cuenta en que momento, nuestro verdadero deseo de estar bien con nuestra pareja nos puede llevar a dejar en segundo plano nuestro propio interés, deteriorando la propia autopercepción y con ello afectando la identidad en pareja.

Así como en psicoterapia podemos estar atentos a nuestras necesidades, es importante primero el autoconocimiento, el reconocer nuestras limitaciones, motivaciones, intereses, deseos, proyecciones, etc. Cuando como ser individual no identificamos quienes somos y lo que necesitamos y/o rechazamos, será más complejo dentro de una vida en pareja.

Una de las complicaciones más comunes en pareja es la confluencia, llamada así porque la pareja pierde la individualidad de cada miembro y se unifica en un propio interés, una sola decisión, una sola visión, etc. Una forma de expresarse común suele ser: “nosotros queremos” “a nosotros nos gusta”, olvidándose que no siempre existirá un “nosotros”. Quizá pueda sonar interesante, sin embargo, si en esta confluencia conlleva a la separación del propio ser, a los propios pensamientos y sentimientos, se requiere del otro para estar completo. Es decir, la pareja convierte ese “tú y yo” en un “nosotros”, donde pensamos, sentimos y queremos lo mismo.

Debemos tener claro que como seres individuales no dejamos de ser dos personas que se conocieron e interesaron en la otra por su forma de ser, pensar, y que quizá aprendamos del otro, pero no dejamos nuestras metas, nuestros disfrutes, nuestros momentos personales para convertirnos en la persona que haga feliz solo al otro.

En una relación de pareja, pueden involucrarse las siguientes situaciones que tendrán efecto en ambos:

  • Planear juntos un camino donde puedan ir cada uno a su ritmo, una carrera, un negocio, una meta personal, etc.
  • Alentarse en los sueños personales y disfrutarlos junto a la pareja como si fueran los propios, ver feliz a la persona amada, sin duda genera satisfacción.
  • Trazarse metas juntos que conlleven a mejoras en la convivencia, como por ejemplo, la compra de un inmueble, un proyecto de negocio, etc. Esto se convierte en un interés en común.
  • Afectarse si existe una situación delicada de pérdida o fracaso que afecta al otro, no obstante, no lo sentiré como la propia persona afectada.

No serán saludables comportamientos como los siguientes:

  • Decidir que hacer en función al agrado de la otra persona o hacer aquello que le agrada solo al otro.
  • Dejar de lado los intereses personales para involucrarse solo en los intereses del otro.
  • Siempre hay uno en la relación que suele dirigir lo favorable o correcto para la relación.
  • Las elecciones y decisiones se toman por una sola persona “pensando en los dos”.

Muchas veces podemos confundir lo saludable con lo confluente, lo saludable es seguir siendo 2 personas con intereses individuales e intereses en común, ser pareja no anula a ningún miembro, ser pareja saludable incluye rescatar, valorar y respetar los intereses y diferencias de ambos.

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Lic. Sarela Quiroz
Psicóloga Psicoterapeuta
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