Es un placer dirigirme nuevamente a ustedes para compartir sobre un tema que resuena mucho en la consulta psicológica. Pienso que el mejor regalo que un padre o una madre le puede dar a sus hijos es su propia felicidad, puede que esto suene muy simple o “idealista”, pero pensemos un momento, imaginemos a nuestros hijos con una gran sonrisa, cerremos los ojos y respiremos. Seguramente esta simple visualización nos resultará profundamente contagiosa.
Sigamos trabajando en nuestro propio bienestar para que con esmero podamos transitar esta compleja situación de pandemia. Teniendo en cuenta que empezamos por nosotros mismos para poder relacionarnos con los demás y por ende cumplir nuestro rol de padres. Sin dejar de lado sonreírles a nuestros hijos. A continuación, un pequeño cuestionario a modo de autoevaluación:
- ¿Con qué frecuencia elijo realizar actividades que disfruto?
Ya sea en familia o a solas, el acto de practicar hobbies nos ayuda a conectar con el momento presente, tomando sana distancia de las preocupaciones del pasado y las ansiedades del futuro.
- ¿Ejercito plenamente mi creatividad?
Se dice que vivir es un arte, en ese sentido, todos somos artistas. Pintemos, cantemos, bailemos, decoremos nuestro jardín. Hay ciertamente una infinidad de maneras para manifestar nuestra creatividad y expresar nuestra esencia.
- ¿Reconozco con claridad mi estado de ánimo?
Siendo este además un paso indispensable para expresar nuestros sentimientos es importante que nos demos cuenta de nuestros cambios de humor, es natural que sea variable, por ello es necesario identificarlo día a día. Esto nos puede ayudar a vivir con más consciencia y con más tranquilidad.
- ¿Identifico mi círculo de apoyo?
Somos seres sociales por naturaleza. Además de la familia, es un gran regalo contar con amigos, compañeros o colegas con quienes compartir momentos amenos y apoyo en los momentos difíciles.
- ¿Respeto y valoro mi cuerpo?
Más allá de cualquier tipo de estereotipos estéticos, es bueno sentirse agradecidos con la maravilla de nuestra existencia, un corazón que late cada día, músculos fuertes que nos permiten seguir trabajando con amor. Este agradecimiento se expresará con autocuidado y con la preservación de la salud.
Espero haber podido brindarte una lectura útil, me despido con una pequeña invitación: Abracen a sus hijos y a la vez no olviden abrazarse también a ustedes mismos. ¡Muchas gracias!.
Lic. Psic. Fiorella Tinoco Salcedo
PSICOLOGÍA INTEGRAL YO PUEDO
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