Sí, así como su nombre lo indica. Si los lunes de por sí ya son duros, el concepto del “Blue Monday” le agrega un nuevo matiz al tercer lunes de enero.
Popularizado en la cultura occidental, puede que su característico nombre nos recuerda a la adrenalina del famoso día de compras, “Black Friday”; sin embargo, el término en inglés blue (azul) también se traduce como triste o deprimido. Por eso, “Blue Monday” se traduce como lunes deprimente o lunes triste, en específico, el día más triste del año.
Orígenes del Blue Monday
Para conocer el origen de esta expresión hay que remontarse a 2005, cuando el por el psicólogo Cliff Arnall, quien trabajaba como tutor en la Universidad de Cardiff, en el Reino Unido, desarrolló una fórmula que, según él, permitía identificar el día más deprimente del año. Esta fórmula incluía factores como:
- El tiempo atmosférico.
- Las deudas acumuladas tras las fiestas decembrinas y el presupuesto destinado a pagarlas.
- El tiempo que ha pasado desde Navidad.
- La disminución de la motivación tras los propósitos de año nuevo que no se han cumplido.
- La sensación de estar lejos de eventos festivos futuros.
- La inmersión en la rutina y la necesidad de hacer algo nuevo.
Aunque llamativa, esta fórmula ha sido ampliamente criticada por la comunidad científica debido a su falta de rigor y a su naturaleza más comercial que académica. De hecho, la idea del «Blue Monday» fue inicialmente parte de una estrategia de marketing de una agencia de viajes para promocionar sus paquetes turísticos.
¿Por qué el Blue Monday es el día más triste del año?
Si bien la ciencia psicológica no respalda el concepto de que un día específico pueda ser objetivamente más triste para toda la población, los fundamentos que sostienen la teoría del Blue Monday corresponden a fenómenos reales que pueden contribuir a sentimientos de tristeza durante estas fechas.
Así mismo, existen diversos motivos por los cuales las personas podrían experimentar sentimientos de tristeza o depresión en estas fechas, entre los que se incluyen:
- Estrés financiero: Las deudas o gastos acumulados durante las celebraciones de fin de año pueden generar preocupación y ansiedad.
- Vacío emocional tras las fiestas: Tras la intensidad de las celebraciones navideñas, muchas personas sienten una caída emocional debido al fin de los encuentros familiares y sociales.
- Falta de motivación: La dificultad para mantener los propósitos de año nuevo puede llevar a sentimientos de frustración o desánimo.
- Aislamiento social: En algunos casos, la vuelta a la rutina puede reducir las interacciones sociales, incrementando sensaciones de soledad.
¿Y qué hacemos con la tristeza del lunes azul?
Independientemente de la validez del concepto, es útil considerar estrategias para mejorar el bienestar emocional. Algunas recomendaciones incluyen:
- Incrementar la exposición a la luz natural
Salir al aire libre durante unos minutos al día resulta beneficioso para la producción de serotonina y melatonina, y por ende, mejora el estado de ánimo.
- Mantenerse activo
El ejercicio regular (caminar, correr, deportes, baile, etc.) mejora el estado de ánimo al liberar endorfinas, las llamadas «hormonas de la felicidad».
- Establecer metas realistas
En lugar de fijarse propósitos ambiciosos para el año nuevo, es preferible establecer metas alcanzables que generen una sensación de logro y progresión.
- Fortalecer las conexiones sociales
Compartir tiempo con amigos, familiares o participar en actividades grupales puede contrarrestar sentimientos de soledad o aislamiento.
- Practicar la gratitud y la autocompasión
Llevar un diario de gratitud o reflexionar sobre aspectos positivos de la vida puede ayudar a mantener una perspectiva equilibrada.
Psic. Andrea González
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