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La separación no solo afecta a las parejas, sino también a toda la familia. Los lazos se rompen y las vidas se ven alteradas. En este proceso, los hijos son testigos del deterioro de la relación, los conflictos y las crisis. Aunque los padres intenten ocultar estas situaciones, la comunicación, los momentos compartidos y muchas otras dinámicas familiares se ven afectadas por la creciente tensión entre la pareja.

Esta etapa de desgaste resulta extremadamente compleja de sobrellevar. La decisión de separarse puede parecer una solución para poner fin a los conflictos, pero implica mucho más que simplemente distanciarse. Se deben resolver temas como la división de bienes, el pago de deudas, los gastos del hogar, la manutención de los hijos y la custodia. Es en esta etapa donde la complejidad alcanza su máximo nivel. Por eso, es fundamental reflexionar y ser conscientes de si nuestras respuestas están enfocadas en buscar soluciones para todos o simplemente en castigar al otro, lo cual indicaría que no se trata de encontrar soluciones, sino de una batalla para vencer a quien dejamos de amar o que traicionó la relación.

Si la separación solo involucrara a dos personas, sería dolorosa pero menos intensa. Sin embargo, no se trata solo de la separación en sí misma, sino del proceso que sigue después. Ver a la persona con la que compartiste parte de tu vida entrar en modo ataque o defensa contra quien fue tu compañero o compañera de vida puede ser aún más angustiante.

La idea de la separación duele aún más cuando se percibe como un fracaso. Sin embargo, aunque signifique renunciar a la idea de seguir el camino junto a la persona que elegiste en algún momento, también puede ser un acto de madurez. Aceptar que, a pesar de los esfuerzos por mantener la relación, ya no es posible continuar juntos. Basta con que uno de los miembros decida dar un paso atrás para que la temida separación comience.

Es posible que la separación sea inevitable, que no se pueda evitar. Sin embargo, podemos hacer que sea menos traumática y dolorosa si dejamos de lado la impulsividad y la ira, y nos centramos en liberarnos, dejar ir y aceptar que la vida continúa. Existen nuevos caminos por recorrer y la posibilidad de vivir una vida mejor, con el derecho de buscar una mayor calidad de vida.

Si estás pasando por una separación o estás considerando tomar ese camino, tómate un tiempo para reflexionar sobre tus razones y lo que es mejor para ti. Recuerda que siempre puedes buscar apoyo profesional en esos momentos difíciles. Juntos, podemos navegar por las aguas turbulentas hacia una nueva realidad.

Psic. Sarela Quiroz
Psicoterapeuta
Máster en Terapias de Tercera Generación.
Directora General del Centro Yo Puedo
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