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En ocasiones se tiende a confundir entre el miedo y la ansiedad entre los infantes, incluso relacionarlas como sinónimos. Sin embargo, a pesar de ser emociones muy relacionadas, son respuestas emocionales diferentes.  El miedo corresponde a un sentimiento corto e inmediato que resulta ser adaptativo y de protección para la supervivencia ante la presencia de un estímulo de manera inmediata, el objetivo es actuar ante el peligro. La ansiedad es un sentimiento de mayor duración, que se caracteriza por una preocupación o malestar anticipatorio sobre eventos futuros o situaciones que podrían ocurrir, pero no necesariamente son reales o inmediatas. Un niño puede sentir ansiedad cuando piensa que algo malo sucederá en el futuro y sufrir por ello aunque no pase, por ejemplo separarse de los padres o fracasar en una tarea escolar etc. Cuando se presenta de forma excesiva puede llegar a comprometer el desenvolvimiento del menor e interferir en el bienestar del niño.

Signos y síntomas de la ansiedad

  • Reacciones físicas: Aumento del ritmo cardíaco, sudoración, dificultad para respirar, náuseas o mareo.
  • Reacciones cognitivas: Desarrollan pensamientos relacionados a la inseguridad, la anticipación de peligros o riesgos, limitadas herramientas para  gestionar la frustración. 
  • Reacciones conductuales: Tienden a  desarrollar comportamientos poco esperados por los padres (gritar, llanto inconsolable, berrinches) quieren evitar aquello que les cause temor o inquietud. 

Es importante que si el menor presenta estos síntomas reciba  apoyo y contención emocional, no obstante es posible que requieran de ayuda profesional.  Por ello tener en cuenta lo siguiente:

  • Mantenga una comunicación activa con el terapeuta del menor. 
  • Ayude y acompañe al menor  a afrontar sus miedos progresivamente.
  • Felicite el esfuerzo en afrontar sus miedos y preocupaciones.
  • Dialogue  sobre los sentimientos de su hijo. Escúchelo y hágale saber que lo entiende, lo quiere y lo acepta.
  • Mantenga una relación positiva y afectuosa con el menor, esto ayudará a construir mayor confianza. 
  • Tenga paciencia y recuerde que la terapia es un proceso que requiere tiempo.

Aprender a diferenciar la ansiedad del miedo nos permitirá un acompañamiento adecuado, el miedo es la emoción primaria sin embargo, debemos tener claro que ambos requieren de la atención y la contención de los padres. El miedo es una reacción inmediata y pasajera ante una amenaza concreta, mientras que la ansiedad es una preocupación persistente y anticipatoria que puede no estar ligada a un peligro real, en exceso puede interferir en el bienestar del niño. Si observas algunos de estos síntomas de forma persistente puedes buscar ayuda profesional para orientarte y afrontar de la mejor manera esta situación.


Psic. Ana Dextre  
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