En la crianza se suele dividir a dos grupos de niños, el primer grupo compuesto por niños predecibles, tranquilos que abordan la mayor parte de sus experiencias de manera positiva. Y el segundo grupo, compuesto por niños que tienen rasgos más desafiantes y con cierta dificultad para manejar y expresar sus emociones.
A esa esencia que mantiene cada grupo y que lo hace diferente del otro se le denomina temperamento, que se define como la forma en que un niño responde a su entorno, procesa la información y se relaciona con los demás. El temperamento infantil juega un papel crucial en la crianza, ya que influye en la forma en que los niños interactúan con su familia, cuidadores y pares.
Existen 8 dimensiones que componen el temperamento:
- Actividad: Nivel de energía y movimiento.
- Ritmo: Regularidad en las rutinas y hábitos.
- Intensidad: Fuerza de las emociones y reacciones.
- Persistencia: Capacidad para mantener la atención y el esfuerzo.
- Distractibilidad: Fácilmente desviado por estímulos externos.
- Adaptabilidad: Capacidad para ajustarse a cambios y nuevas situaciones.
- Sensibilidad: Reactividad a los estímulos sensoriales.
- Apertura: Disposición para explorar y aprender.
El nivel que presente el niño en cada dimensión será un factor clave para poder entender que no existen “niños complicados” solo niños que necesitan otras estrategias de crianza y puedan adecuarse a sus necesidades.
Recomendaciones para reforzar estrategias de crianza:
1. Entiende y acepta el temperamento de tu hijo para desarrollar estrategias efectivas para interactuar con él.
2. Ajusta tus expectativas según el temperamento de tu hijo. No esperes que un niño con un temperamento más difícil sea siempre fácil de manejar.
3. Ofrece apoyo emocional y validación a tu hijo, especialmente si tiene un temperamento más sensible.
4. Fomenta la adaptabilidad y la flexibilidad en tu hijo, especialmente cuando se trata de un temperamento más rígido.
5. Si sientes que el temperamento de tu hijo está afectando negativamente su desarrollo o tu relación con él, busca apoyo profesional de un pediatra o un psicólogo infantil.
Recuerda que el temperamento infantil es un factor clave en la crianza que puede influir en la forma en que los niños interactúan con su entorno y se desarrollan emocional y cognitivamente. Entendiendo y aceptando el temperamento de nuestros hijos, podemos desarrollar estrategias efectivas para apoyar su desarrollo y fomentar una relación saludable y positiva. Si sientes que no puedes lidiar con el temperamento de tu hijo y necesitas aprender a generar estrategias puedes consultar con un especialista.
Psic. Ana Dextre
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