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Desde un enfoque humanista, es importante expresar lo que sentimos. Expresar es
sano, las emociones no deben ser reprimidas si no aceptadas y controladas en un
contexto y circunstancia particular. Si lo llevamos al contexto psicoterapéutico donde
proponemos al paciente una serie de «reglas de juego». Como por ejemplo: soltar un
poco esa postura juzgadora que etiqueta las cosas de buenas o malas, vemos que de
esta manera le invitamos a la apertura de su mundo interior, a sus emociones, dándole
un espacio donde como psicólogos tampoco vamos a juzgar.
A través del vínculo terapéutico trabajamos y desarrollamos el autoconocimiento y
mayor aceptación, ello incluye el reconocimiento de las emociones. Es curioso, pero
realmente para cambiar, en primer lugar tenemos que aceptarnos, y eso implica
conocernos. Expresar nuestras emociones, es mucho más favorable en el ámbito
psicoterapéutico que explicar, pues expresar implica una toma de contacto con las
emociones en el tiempo presente, mientras que explicar puede bloquear el contacto
con lo que sentimos de manera auténtica debido a que al explicar racionalizamos y
activamos nuestros «mecanismos de defensa».
Puntos importantes sobre la expresión de nuestras emociones.

  • Recordar que todas las emociones son dignas. Sentir alegría, tristeza, enojo o miedo
    y contactar con nuestra vulnerabilidad y sensibilidad nos hace humanos.
  • El miedo nos sirve para prepararnos ante un peligro y posteriormente resolver
    problemas con nuevos recursos.
  • El enojo también es una función, sirve para aumentar nuestras reservas de energía y
    de esta manera generar un cambio en el entorno. Enojarnos nos ayuda a establecer
    límites con los demás.
  • La tristeza es una emoción muy especial, nos orienta hacia el encuentro con la
    calidez humana y el afecto. Es importante contar con un grupo de apoyo o alguna
    persona de confianza con quien compartir nuestras penas. Compartir el dolor lo hace
    más llevadero y nos permite sentir protección.
  • Por último pero no menos importante, la alegría es el motor de la vida. Permitirnos la
    risa nos motiva y nos dirige naturalmente hacia ese estilo de vida que anhelamos.
    Las emociones son funcionales, ellas tienen una razón de ser. Es muy favorable
    contemplar las emociones como señales y pasar de evitar sentirlas a «escuchar» el
    mensaje que estas tienen para nosotros mismos.

Lic. Psic. Fiorella Tinoco Salcedo
Yo Puedo Psicología Integral