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El tema de la infidelidad no deja indiferente a nadie, ya sea para solidarizarse con la persona engañada, criticar al infiel y, claro está, al amante. 

Hombres y mujeres por igual han sido señalados como la causa por la que se destruyó un matrimonio y una familia; sin embargo, en este artículo vamos a alejarnos de los prejuicios y la moral para enfocarnos en el pensamiento y la conducta de una persona que se involucra con una persona casada.

Excluyendo algunas excepciones, los amantes son por lo general, personas vulnerables e inseguras que no se sienten satisfechas consigo mismas y, por lo tanto, encuentran en ese triángulo amoroso un “salvavidas” que les da sentido a sus vacíos emocionales. 

Contrario a lo que podría parecer, los amantes si pueden sentir culpa, ya que saben que sus acciones van en contra de sus valores y los valores sociales ; pero, continúan en la relación porque se aferran a esa persona que les da un “valor especial” y utilizan el autoengaño como mecanismo de defensa, por ejemplo, justifica las mentiras de su pareja porque es una “víctima” de su esposo/a “malvado/a” y que ellos serán felices para siempre una vez su pareja se separe.

Lastimosamente, el sueño de “oficializar” la relación genera mucha frustración, rabia y ansiedad; ya que muy pocas veces la pareja infiel querrá formalizar con el/la amante, creándose un cuadro de dependencia emocional lleno de discusiones y reconciliaciones que difícilmente lleva a alguna salida.

Quizá el reto más grande, desde la postura del amante, es analizar si quiere permanecer en esa relación donde siempre llevará las de perder. Lo más lógico sería armarse de valor, terminar la relación y asistir a psicoterapia para tratar sus problemas emocionales; sin embargo, esa decisión solo puede tomarla él o ella cuando se de cuenta del tipo de vida que lleva en la relación presente. 

PSIC. ANDREA GONZÁLEZ
PSICOLOGÍA INTERAL YO PUEDO
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