Comprender la depresión desde un enfoque contextual
La depresión no puede reducirse únicamente a una alteración química o a una visión medicalizada del sufrimiento. Desde un enfoque contextual-conductual, se entiende como el resultado de patrones de evitación que interrumpen la participación en actividades significativas. En esta, el individuo, al intentar reducir su malestar, recurre a estrategias como el aislamiento, la inactividad o la rumiación, que suelen aliviar la tensión en el corto plazo, pero a largo plazo retroalimentan el estado depresivo.
En ese sentido, la activación conductual (AC) considera que el problema no reside exclusivamente en los síntomas internos, sino en cómo las conductas mantenidas por el entorno perpetúan la desconexión con experiencias gratificantes para la persona. De este modo, la AC propone que el cambio emocional se logra a través del cambio conductual, priorizando la acción antes que el pensamiento. Esto es lo que la diferencia de modelos centrados en modificar cogniciones, y, mas bien, se posiciona como un tratamiento que entiende el malestar como la consecuencia natural de interacciones contextuales específicas.
Principios fundamentales de la activación conductual
La efectividad de la AC se basa en una serie de principios derivados del análisis de la conducta. En primer lugar, la idea de que la herramienta para cambiar cómo nos sentimos es cambiar lo que hacemos. Esto implica identificar patrones de evitación y sustituirlos por conductas que acerquen a la persona a metas valiosas. Para lograrlo, se utilizan estrategias como la programación de actividades, la exposición gradual a situaciones evitadas y la clarificación de contingencias.
En segundo lugar, es necesario tener en cuenta que las actividades no se eligen en función del estado de ánimo del momento, sino de un plan previamente establecido. En ese sentido, se inicia mediante la identificación de conductas gratificantes, las cuales, si bien al inicio no resultan motivadoras, generan cambios progresivos en el repertorio conductual y en la sensibilidad a las consecuencias del entorno.
En tercer lugar, la AC también enfatiza la psicoeducación sobre cómo los antecedentes y consecuencias moldean la experiencia depresiva. Por ello, se posiciona como una herramienta que ayuda a los consultantes a reconocer que no todas las conductas son sostenibles o promueven el bienestar. En ese sentido, el objetivo terapéutico es entrenar la capacidad de elegir acciones que, aunque sean difíciles, resulten coherentes con lo que la persona valora en su vida.
La relevancia clínica y los aportes complementarios
La activación conductual se ha consolidado como un abordaje eficaz para la depresión, con resultados comparables e incluso superiores a otras intervenciones cognitivo-conductuales tradicionales.
Uno de los aportes clínicos con mayor relevancia es que la AC no busca eliminar el malestar, sino favorecer la construcción de una vida con sentido. En ese sentido, el sufrimiento es entendido como parte de la condición humana, pero no como un obstáculo imposible de superar. Es así como, si se redirecciona la atención hacia la acción comprometida, se facilita que la persona recupere autonomía, se reconecte con fuentes de gratificación y rompa con el ciclo de evitación que sostiene la depresión.
Si crees que necesitas ayuda, no dudes en buscar orientación profesional.
Psic. Daniel Muñoz
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