Cuando hablamos de niños, especialmente aquellos que son pequeños, inevitablemente también tenemos que hablar de los padres. Por lo general, existe un porcentaje de cuidadores que cree que lo sabe todo sobre crianza, pero casi todo lo que sabemos sobre esto tiene que ver directamente por cómo nos han criado nuestros propios padres. Lo que lleva al siguiente punto: el miedo o el desconcierto al hecho de no saber cómo poner límites, y ejercer esta autoridad en las normas es tan importante como brindarles cariño.
En primer lugar, hay que desechar la idea de que autoridad es igual a autoritarismo, ya que lo último solo aparece cuando el niño ha perdido el respeto hacia los padres porque sabe que no va a haber consecuencias para sus actos. Una idea simple pero efectiva es poner en una cartulina, cartel o similares las reglas del hogar; es muy importante ser claros y consecuentes con esto, ya que si uno mismo no considera los límites y las normas que se ponen como importantes, entonces van a caer en contradicciones. Otra cosa importante, es colocar las reglas en sentido postivo, es decir, en lo que esperamos, no en lo que no queremos, Ejm. “Guardar los juguetes después de usarlos” en lugar de: “No dejar tirados los juguestes” Los niños aprenden y se quedan mucho mejor con lo que ven, no tanto con lo que dicen si no tiene sentido para ellos.
¿A qué se quiere llegar con esto? Que si a veces ejercen autoridad y otras no, los niños van a saber reconocer estas inconsistencias, si una norma es no sacar celulares durante las comidas, pero los padres revisan redes sociales, hablan o están todo el tiempo con los dispositivos, invalidan esta norma. Lo mismo pasa con los castigos, si se menciona que habrá consecuencias ante tal acción, pero llegado el momento se ríen o no hacen nada, entonces también se está invalidando esta norma. Hay que tener presente que cuando se establece una norma, todos bebemos respetarla, si queda solo en la cartulina tendrá el efecto contrario y finalmente el niño aprederá que las reglas está para saberlas e ignorarlas.
Ps. Diana Espinoza
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