A menudo podemos observar o incluso ser protagonistas del papel de una persona que «rescata» a los demás como si fuera un superhéroe, asumiendo la responsabilidad de los problemas ajenos uno y otro a la vez. Esta persona suele asumir el rol de padre o madre frente a aquellos que son sus pares, parejas, amigos o compañeros. Es frecuente querer ayudar a un amigo cuando está enfrentando una situación que le genera disgusto o inestabilidad en su bienestar emocional. Los llamados salvadores, tienen muy incorporada la frase “amigos en las buenas y malas”, lo mimso pasa en la relación de pareja, “juntos en las buenas y malas” “a tu lado en los peores momentos”, etc. Hasta ahí suena bien, sin embargo, es real también que en el síndrome del Salvador exista gran agotamiento emocional y postergación personal. Por otro lado, ¿qué pasa cuando al tratar de ayudar se invade el terreno ajeno? Salir de esta situación podría convertirse en una situación frustrante cuando no se logra resolver el problema del otro. Resolver los problemas de los demás ya no se denominaría “ayuda” porque conlleva de una u otra forma a impedir el desarrollo de confianza del otro en sus propios recursos personales, generando dependencia. Superar retos cada vez con mayor complejidad es una de las cosas que individualmente genera fortaleza y bienestar psicológico, el afronte de experiencias futuras con mayor conocimiento de lo aprendido además de ser herramientas de apoyo. Es importante identificar hasta qué punto podemos brindar apoyo, permitiendo que cada persona pueda hacerse cargo de sí mism@.
Por otro lado, ¿qué se encuentra detrás de esta necesidad de ayudar e involucrarse al máximo?. La posible explicación conlleva a una proyección hacia la otra persona, debido que es posible que el temor de enfrentarse a enfrentarse a sus propios conflictos, defectos o carencias, los lleve a intentar asumir los conflictos del otro. Así, el querer salvar al otro es una manera de no ver las propias heridas, evitando entrar en el propio dolor y tener que enfrentarse a él. La elección (inconsciente) en medida, es escapar y enfocar gran parte de esta energía en ayudar a la otra persona a salir del dolor provocado de las propias heridas.
Finalmente, se debe tener en cuenta que para que exista un salvador debe haber alguien que desee ser salvado o rescatado. Esto genera que se produzca una modalidad de funcionamiento particular entre quien padece el síndrome y quien acepta su protección sin límite generando un vínculo de dependencia.
Psic. Ana Dextre
PSICOLOGÍA INTEGRAL YO PUEDO
991 988772 / 965 703600